jueves, 23 de marzo de 2017

Los cinco beneficios que se obtienen solo con hablar de Cuba



Hablar de Cuba te libera, te proporciona cierta autoridad, da prestigio, es sexy y nos hace reflexivos.


Cuando era un chamaco no hubo zona de mi ciudad, por intrincada que fuera, que no recorriera con mi bicicleta. La mayoría de las veces tirando pa’los barrios que están en la bahía; por La Turística. Muchas veces visité el Castillo del Morro, que hoy es un museo. Por aquellos años era una ruina llena de orina y mierda en cada rincón, con un Cristo de palo en una cruz, pálido y con una mirada de “buey degollado” que daba miedo. No sé qué tiempo llevaría allí y, para la relación que tenía Cristo con el sistema en aquellos años, inexplicablemente no se le veían daños considerables.


Montado en mi bicicleta y utilizando mis campamentos, uno en Vista Hermosa y otro en Reparto Sueño, llegué a casi todos los sitios de la ciudad y sus alrededores. En un sentido hasta Siboney y por otro hasta la mismísima Chápela (por curiosidad, na’má pa’verla y saber cómo era por fuera).

Después de tanto tiempo de no saber cómo está el LUGAR, aunque me cuentan que sigue igual o peor, creo que tan solo hablar de aquello algún beneficio tiene:

  1. Lo primero, hablar de Cuba te libera. Dime si no te has dado cuenta de que, apenas dices una frase donde incluyes una referencia a Cuba, ipso facto comienzas a levantar la voz, “parece” que gritas, mueves las manos de manera que “piensan” que manoteas, te das cuenta de que te fluye un verbo al que te habías desacostumbrado… Te sientes con razón suficiente para mandar pa’la pinga a tu interlocutor, simplemente porque no está de acuerdo contigo; si es un cubano. Si el tipo es un nativo de la nación donde vives, entonces, en este caso pa’no discutir, te vale con saber que es un “comemierda ignorante”. Cuando hablas de Cuba, en tu fuero interno se producen cambios, ¡que lo sepas!, muchas veces sutiles pero otras muy marcados; “na’socio que’tas tirao pal’monte”. Hablar de Cuba es liberador.
  2. Hablar de Cuba te proporciona cierta autoridad, porque suministra un importante plus de valor personal. Acaso no has dicho alguna vez la frase: “Yo, ehte que’htá aquí, se le ehcapó a Fidel Cahtro”; ¡QUE NO ES POCO!. Si nunca has dicho la frase, pruébalo y verás. Tú oyente de turno te mirará atónito, imagínatelo, pensará: “Verdad… se ha ido de Cuba y cuentan que aquello es duro, que la gente se iba en balsa o en las ruedas de los aviones, incluso me han contado que les disparaban”. Que el tipo se impresiona, ¡eso seguro!. Claro, también puede pensar: “Y a mí qué…”. Pero, de todas maneras y piense lo que piense, después de que tú has dicho la frase, ya puedes soltar toda una ristra de acontecimientos espectaculares que has vivido en tu “evasión”; los tuyos y los de otros cubanos. Como las dificultades han sido reales, sentirás que te asiste la razón y por ende puedes concederte, sin complejos, todas las virtudes que quieras: la paciencia, el sacrificio, el valor, la constancia, ser un tipo decidido, arrestado, y un largo etc. Ten en cuenta que, según la definición de virtud que encuentras en Google, Una virtud es una cualidad que permite a quien la posee tomar y llevar a término las opiniones correctas en las situaciones más difíciles para cambiarlas a su favor. Entonces, como cubano, estas sobrao de “opiniones correctas” pues, como te digo, Hablar de Cuba da autoridad.
  3. Hablar de Cuba da prestigio. Comencemos diciendo que no todos los días un tipo, como Cristóbal Colón se planta frente a un país y suelta, sin pensar mucho, aquello de: “Es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”. ¡Coño… comenzando por ahí!, y piensa que Cristóbal Colon estuvo andando y desandando por aquellos lares varias veces y no volvió a decir lo mismo de ningún otro lugar. Y no quiero extenderme, pero Cuba está en casi todas “la primera vez” o muy cerca. Cuba es la primera en participar en una retransmisión de TV internacional, también la primera después de USA en transmitir TV en color; ya en 1900 circuló el primer automóvil por La Habana y tuvo el primer ferrocarril de América Latina, incluso antes que España. ¡Y escucha esto!: un cubano dio la primera anestesia con éter el 10 de marzo de 1847. ¡Hombre está claro!, Hablar de Cuba da prestigio.
  4. Hablar de Cuba es sexy. Suena un bolero lejano, la noche está estrellada, bailas muy apretao a una hembra plena, con tus pies descalzos sobre la arena, en una playa que murmura sugerentes descargas con sus olas. Tienes un calor interior que tu sangre hace borbotones, con el peligro de arder si alguien prende candela. Por lo menos a mí… hablar de Cuba me la pone dura y, por la carita y los ojitos que pone un cubanita que conozco, pienso que se le humedece …lo que ya tú sabes. Cuba es muy erótica, te digo: Hablar de Cuba es sexy.
  5. Hablar de Cuba nos hace más reflexivos, y esto es muy importante. Después de tanto tiempo lejos de Cuba y ver tantos cubanos, de todo y en todos lados, descubres que muchas veces, y de forma muy tenaz, siempre estamos hablando de lo mismo, del que fue y sigue siendo el más grande HP de Cuba. Esta situación produce un aburrimiento innegable entre muchos no cubanos y, lo peor, asombrosamente entre los mismos cubanos. Hoy corren chorros de tinta sobre este fenómeno, por lo tanto: Hablar de Cuba nos hace más reflexivos.

Observación: los cubanos, al parecer, son los únicos que se creen los cinco puntos anteriores. Por lo tanto: alguien dice la verdad, pero nosotros tenemos la razón, esto ni nos beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario.


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