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jueves, 29 de agosto de 2013

LA TRAGEDIA CUBANA: Prolegómenos a un análisis de la tragedia real



En el año 2000 un pequeño grupo de cubanos se embarcan en un bote y se lanza a la corriente del Golfo con la esperanza de llegar a los Estados Unidos. Esto se ha repetido durante años, y no hubiera sido noticia si no fuera porque aquella vez en el bote viajaba una madre con su hijo pequeño y la travesía terminó con una desgracia. La mujer muere, pero el hijo sobrevive al naufragio y en un neumático alcanza la costa de USA. Con apenas siete años protagonizó un incidente de tal repercusión en los medios de comunicación, que casi todos los cubanos, dentro y fuera de la Isla, nos mantuvimos en vilo durante mucho tiempo. Por aquellos días recibí de Arquímedes Chachá un correo electrónico con un PDF. Hoy lo he vuelto a leer y quiero publicar los últimos párrafos. Quizás porque hablan de esa generación a la que pertenezco… y que ha sido condenada al silencio. Quizás porque tengo la sensación de que en Cuba, lo sucedido hace tiempo está ocurriendo ahora mismo. Quizás porque, por mucho que los acontecimientos a nivel mundial agiten la economía o la política, Cuba sigue inmutable, para bien o, seguramente, para mal. Siguen los mismos de los últimos 50 años. ¡El inmovilismo triunfante!.


Arquímedes Ruiz escribe:

martes, 16 de julio de 2013

Ajustes de cuentas con el Marxismo en Cuba



En diez folios (hojas), Arquímedes Ruiz Columbié se enzarza en sutiles elucubraciones para encontrar y mostrar las claves del marxismo que al final se “instaló” en Cuba. Como ejercicio intelectual y, considerando que tuvo que sintetizar bastante, imagino que le resultó agotador. Pero para los muchos cubanos preocupados por el tema, esta es una práctica cotidiana: en casa, en el bar, en cualquier esquina, en cualquier momento y sin necesidad de motivo aparente salta el tema y, entonces, a discutir… Lo que es un “deporte” para el cubano, se convierte en algo peligroso en un enfrentamiento con un no-cubano, porque la paciencia de un cubano dura… lo que demore el no-cubano o “el escuchador” -en una discusión acerca de Cuba, “escuchador” es el sustantivo necesario para el no-cubano, como impone la tradición- en hacer referencias a las maldades del capitalismo occidental. Entonces, el cubano da paso a la fase de despotricar (y con razón) a izquierda y a derecha, incluyendo sus acepciones ideológicas en ambos casos.

Para el no-cubano y el descendiente de nativos de la isla (que no ha vivido el régimen), “Ajuste decuentas” es un documento digamos que interesante y, para un cubano como yo, al que esta cuestión dejó de tener atractivo, Arquímedes logra despertar mi vertiente reflexiva.

lunes, 3 de junio de 2013

A la Memoria del Cubano Desconocido


 “Yo soy yo y mi circunstancia…” José Ortega y Gasset

Phil Kauffman fue el primero, en el verano del 2004, que al conocer que yo era cubano recordó
inmediatamente a Rafael, su amigo y condiscípulo universitario de los años sesenta y con quien había perdido contacto por un lapso de más de 30 años. A instancias mías nos adentramos en la Internet y
en pocos minutos supimos que Rafael vivía en Tampa y trabajaba en la Universidad. Phil lo sorprendió entonces con una llamada telefónica que borró en un segundo la incomunicación. El propio Rafael me contó que llegó a los Estados Unidos como refugiado político en el proyecto “Peter Pan” dejando a su familia atrás y con el inmenso temor de no volverlos a ver, aunque años después logró la reunificación familiar e inició sus estudios de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Nuevo Méjico, donde conoció a Phil. La vida hizo que estos dos amigos se comunicaran de nuevo desde mi oficina, y la entrañable amistad de antaño abrió sin quererlo el camino para mí, otro cubano que en la rudeza del exilio encontró un nuevo amigo. Phil me contrató entonces como consultante de su compañía, de la cual hoy soy miembro activo.

domingo, 2 de junio de 2013

Ella me sorprende en los lugares más insólitos. Sí, La Guantanamera


Primero fue en un club de Irvine en California, recién llegados al exilio, donde fuimos invitados a bailar por el cumpleaños de Andy, la esposa de mi primo. Habían allí varios salones donde se oían diferentes géneros musicales y algunas parejas bailaban sin mucha intención, como reservándose para un momento mejor; recuerdo que en un instante todo cambio de improviso cuando en una de salas se escucharon los acordes de esa canción que me acecha, y casi todos corrieron en bandada y se dispusieron a bailar como no lo habían hecho en toda la noche. Bailaban salsa, por supuesto, y descubrí en su baile los pasos de un entrenamiento feroz y académico hasta llegar a la ejecución perfecta, y Rosa María me llamó la atención de que algunos aún parecían marcar los pasos como contando, 1 a la derecha y al centro, 2 a la izquierda y al centro, en un remedo de Casino mecanizado y sin la naturalidad propia de quienes lo aprenden sin maestro, sólo sintiendo la música. Pero lo mejor eran los acordes de La Guantanamera, el estribillo, los versos de Martí, la rememoración de mi ciudad natal. Mi primo Faustico me dijo “Esa es la mejor música del mundo” y no pude llorar aunque quise, y ahora que escribo lo hago aprovechando la soledad. Me sorprendí injusto con la canción y con la música cubana, porque siempre he protestado contra aquel proverbio de que “nadie es profeta en su tierra”, y esa canción necesitó ser oída por mí lejos en California antes de que yo la consagrara definitivamente, menuda soberbia. Entonces en vez de bailarla la cantamos a viva voz, destruyendo de un golpe aquel prejuicio de que mucha de la música cubana es para bailar y no para ser escuchada. Allí estaba viva, robándole el público a los demás géneros. Vi vacío el salón del rock y aquello me sobrecogió.

jueves, 30 de mayo de 2013

Mi amigo Juan


Esta entrada es la colaboración de un amigo: Arquímedes Ruiz Columbié.

"...Alone, all alone
Nobody, but nobody
Can make it out here alone..."
Maya Angelou

Bomp Bomp Bomp...Juan ha dribleado tres veces el balón hacia el tablero, si lo hace una vez más tengo que correr al aro porque va a usar su gancho... pero si se detiene quizás me pase el balón en mi corte a la botella...Bomp...me voy al aro, tengo que agarrar el rebote...no...dos puntos de Juan, vamos al frente...


Conocí a Juan Martínez Caballero en la Secundaria Básica Regino Boti cuando todos hacíamos noveno grado en aquel concentrado que en un principio rechacé por mi cariño a "la Orejón", mi escuela de séptimo y octavo. Pero "la Regino" me hizo descubrir una parte de Guantánamo que no conocía y mi entrañable ciudad natal se volvió un poquito más grande, aparecieron nuevos amigos de otras extracciones sociales que me enriquecieron con lo que contaban y también con sus sueños. Entre ellos estaba Juan, un negro muy educado, un poco mayor y más alto que yo, que dominaba mejor el balón, y que podía acoplar su voz a la Choly en la guitarra cantando al estilo doo-wop de Los Platters: