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lunes, 12 de septiembre de 2016

“...Onel se enfrenta a su destino y surge… la Aventura”. (II)




Capítulo II. El diseño y su fabricación.


Con Onel involucrado a tope y, considerando, el conocimiento que pueda aportar Omar, seguía siendo un proyecto de dudoso éxito.


Lo primero: había que sellar completamente el sidecar, no podía hacer agua de ninguna manera, porque las posibilidades de achicar resultarían imposibles. Había que repasar cada costura del sidecar con acetileno, lijarlo y pintarlo para dejarlo como nuevo. Cuentan que cuando el sidecar estaba contra una pared esperando ser utilizado, muchas personas que visitaban la casa de los Henríquez en Cuabitas (Barrio de Santiago de Cuba) le decían a Onel: “eso parece un bote”. Onel sonreía con su risa “pícara de ingenuo”, pero la verdad es que se asustaba. ¿Y si lo descubren…?  Sí, sentía miedo de que descubrieran sus planes.

domingo, 11 de septiembre de 2016

“En la inmensidad del mar, Onel se enfrenta a su destino y surge… la Aventura”. (I)



Capítulo I. Una idea sensacional.


Cuando Onel acarició con sus manos aquel catamarán en miniatura, algo se iluminó en su cabeza y tuvo la mayor de sus ocurrencias: “Esto lo puedo hacer yo”, se dijo, y decidió que podía convertir un sidecar, de una moto Júpiter, en algo así como un catamarán.


No fue la primera vez que pensó irse de Cuba, ni su primera intentona. Quizá las ganas de largarse le llegaron después de estar escuchando, años tras años, hablar y hablar de los logros y beneficios de la Revolución y ver cómo la realidad se obstinaba en mostrar lo contrario; o tal vez siempre se quiso ir de Cuba.